En la mayoría de los casos, nuestra vida está tan llena de estímulos, por no mencionar las responsabilidades, que nos resulta casi imposible sentarnos y no hacer nada, mucho menos relajados… ni siquiera durante unos pocos minutos. “Las personas ya no somos seres humanos. Deberíamos llamarnos haceres humanos”.

Estamos tan habituados ha hacer algo durante cada segundo, que realmente hay que luchar para no hacer nada y relajarse. No consiste en horas de ociosidad ni de haraganería, sino sólo de aprender el arte de relajarse, de “Ser”, sencillamente, en lugar de “Hacer”, durante unos pocos minutos al día.

No existe ninguna técnica específica para esto, aparte de no hacer nada
de forma consciente. Limitarse a sentarse, tal vez mirar por la ventana, mirar lo que hace tu hijo o hija y reparar en tus pensamientos, sensaciones y sentimientos. Al principio puede que aparezca la ansiedad, pero cada día resultará un poco más fácil. La compensación es tremenda.

Una gran parte de nuestra ansiedad y nuestros conflictos se originan en nuestras mentes ocupadas, hiperactivas, que siempre necesitan algo con lo que entretenerse, algo en lo que concentrarse, y no dejan de hacerse preguntas “¿Y qué ahora?, después de terminar de ver el televisor, o abrir un libro… Es casi como si nos asustara la idea de no hacer nada, incluso
durante un minuto.

Lo hermoso de no hacer nada es que te enseña a despejar la mente y relajarte. Permite a la mente la libertad de “no saber” durante un período breve de tiempo. Al igual que el cuerpo, la mente necesita un descanso ocasional de su agitada rutina. Cuando la mente se toma un descanso, regresa más fuerte, más aguda, más capaz de concentrarse y más creativa.

Cuando te permites aburrirte, te liberas de una enorme cantidad de presión que te impulsa a actuar y a tener que ocupar hasta el último segundo de cada día. Ahora, cuando alguno de tus hijos o hijas te diga: “Papá o mamá, estoy aburrido”, contesta: “Fantástico, abúrrete durante un rato. Es bueno para ti”. Al decir esto, renuncian a la idea de que los padres les van a resolver el problema.

Es probable que nunca hayas pensado que alguien llegaría a sugerir en serio que te permitas estar aburrido. «Supongo que hay una primera vez para todo!

Richard Carlson
Psicología Positiva